Ducharse con agua tibia para limpiar la piel de cualquier suciedad o sudor y para abrir los poros. El agua tibia ayuda a suavizar la piel y facilita la exfoliación.
Seguidamente, aplicar el exfoliante tomando una cantidad adecuada y masajear suavemente sobre la piel húmeda con movimientos circulares.
Comenzar desde los pies e ir subiendo hasta llegar al pecho y hombros, de esta manera también se estimulará la circulación sanguínea. Enfocarse en las zonas ásperas más propensas a la sequedad como codos, rodillas y talones.
La duración del masaje debe ser de unos 2-3 minutos, asegurándose de no aplicar demasiada presión para evitar irritaciones. Después de exfoliarse, enjuagar bien la piel con agua tibia para eliminar los restos de las partículas del exfoliante.
Posteriormente, secar la piel suavemente con una toalla limpia. Finalmente, es importante aplicar una crema hidratante sobre la piel
exfoliada para mantenerla suave y saludable.
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